¿Por qué entra en la tienda con Superamortiguadas?

Cuando entras en una tienda especializada de zapatillas buscando solución a tus dolores, la cosa sucede más o menos como te lo voy a contar.

El dependiente te pregunta por tu dolor y acto seguido te recomienda unas zapatillas.

¿Qué sufres de esguinces? ... toma esta.

¿Que tienes metatarsalgia? ... toma esta otra.

¿Que te duelen las rodillas? ... entonces esto otro.

Y así podría seguir hasta nombrar todas las partes de tu cuerpo, porque parece que exista un calzado capaz de curar cualquier cosa.

Ojo! qué lo mismo hasta se te quita el dolor.

Por un instante, al menos.

Porque seguramente te aparecerá otro en otra parte.

Lo mismo sucede con las plantillas.

Si descargas una zona para cargar otra, el problema aparecerá en esa otra. Es lo que tiene descompensarlo.

Sentido común.

Física básica.

Eso es así.

Bien.

Lo que te quiero contar.

Llega a la tienda Tomás, un hombre moreno de constitución atlética, de unos 40 y tantos años, con unas zapatillas súper amortiguadas, de las que parece un barco por su gran suela.

Unas Hoka.

Gordas, muy gordas y amplias por la suela, pero con el mismo problema que todas.
Dentro de ellas el pie no tiene espacio suficiente para abrirse, expandirse y respirar.

Los dedos siguen igual de apretaos que cuando llevas unos castellanos 'semanasanteros'.

Cuando cuenta su problema, que en este caso es que cada dos por tres sufre de esguinces, se sorprende cuando se le explica que la estabilidad se la tiene que dar su pie, no las zapatillas.

Está tan acostumbrado a que la solución sea externa, a poner algo, que no entiende que sea su pie quien tenga que hacer la función.

Se le dice que por mucha base que tenga una zapatillas, si dentro de ellas tu pie está engurruñido, arrugado, encogido… tu estabilidad tiene menos fuerza que un castillo de naipos.

Al mínimo soplido, se cae.

Y hay más.

Porque a mayor altura de la suela = menos estabilidad = más giro = más fácil sufrir un nuevo esguince.

Más física básica.

¿Dónde estarías más seguro, descalzo apoyando todo tu pie sobre el suelo o con unas zapatillas con una suela de 5 cm de altura?

Bien, pues a pesar de que lo entiende con la lógica aplastante de que 2+2 son 4.

A pesar de que se prueba unas Vivobarefoot y queda encantado.

A pesar de sus pesares y dolores.

Decide no comprar.

Y oye, que la decisión es suya.

Lo que no sé es si ya lo tenía decidido antes de llegar a la tienda.

O si perdió el interés al hablar con nosotros.

Pero lo cierto es que me da igual, aunque lo siento por él.

¿Por qué?

Porque no se trata de que yo intente convencerle o convencerte, se trata de guiarte cuando tú lo tengas claro y ayudarte a tomar la mejor decisión.

En cualquier caso, si pasas por mi tienda y decides no comprar, parte de la misión de ZaMi seguirá viva, porque se trata de difundir y vender, vender y difundir, y habré cumplido la parte de difundir.

¿Intento salvar al mundo?

No.

Pero sí puedo contribuir a hacerlo un poquito mejor.

Ahí queda dicho.

Si sientes curiosidad por saber las zapatillas que se probó Tomás son estas:

Vivobarefoot Primus Lite III


Por cierto, justificaba la no compra de las zapatillas por el precio, pero justo antes me dice que las Hoka que llevaba le habían costado 170€.

Cuestión de gustos o qué se yo.


La salud tiene precio y empieza en tus pies.

Antonio Caballo